Tengo que decir que la p es una letra enrevesada que tengo trabada en algunos bocetos sin una idea feliz que la envuelva, bosquejos que no acaban de satisfacerme. Meditar con letras implica lecturas infinitas.

Observo que la p minúscula es una letra que mantiene una relación formal muy evidente con otras letras. Algo que no sucede con la P mayúscula, ni tampoco con las pes minúsculas en tipografías con serif o con filigranas. Sin embargo, en las letras de palo seco, la p mantiene una relación de simetría con la b, la d, y la q. Basta girar a través del eje axial de la p por la parte superior para encontrarse con la b, y si la giramos por el eje derecho nos la encontraremos superpuesta a la q. Y viceversa. Obsérvese también que si p y d giraran en diferentes sentidos sobre el mismo plano se encontrarían al girar 180 grados; 90 grados si se pusieran de acuerdo en girar ambas al mismo tiempo en sentidos opuestos. Esto es muy interesante.
Podemos comprobar entonces que este sistema de relaciones de simetría funciona en tipografías minúsculas (o de «caja baja») de palo seco: Futura, Avant Garde, Franklin Gothic, Frutiger, Univers, Helvética, Colibri o Arial… tipografías en las que se han eliminado los serifs, es decir, las distracciones que impiden una lectura del texto más nítida. Y no funciona con tipografías adornadas, ni de «caja alta» o mayúsculas, tal como puede verse continuación:

Paso a limpio la idea utilizando una composición con cuatro cuadrados de colores, tan mondriana, en la que el blanco y negro de la p expresan la síntesis de los colores primarios (magenta, cyan, amarillo) en las que descansan sus letras vecinas.

Una relación a cuatro. Lo dicho para la p, vale para la b, la d, y la q. En las relaciones de simetría para un conjunto de elementos, si se cumple que p está relacionado con q, y q está relacionado con p, p es igual a q.
Así pues, basta con quitar algunas distracciones retóricas para descubrir relaciones de simetría e igualdad en sujetos que aparentemente son diferentes. Si que es interesante.
Juantxu Bazán, a 10 de enero 2021