
No sé las veces que he mirado el mar y el cielo desde este lugar, con el ocre de la arena a mis pies, tratando de imprimir en mi mirada los infinitos matices de colores, reflejos y formas en movimiento. El mar y el cielo desde esta playa, oráculo que evoca pensamientos que se desplazan entre las olas, el viento y la luz. Solo en el mar lejano, más allá de los espigones, se aprecia la quietud, algo confusa, que desliza su fuerza en la orilla escribiendo un pentagrama de mareas.
El boceto no ha evolucionado en acuarela acabada, he decidido que no le hace falta en este momento. Me basta saber que las pinceladas quieren recoger ese instante en el que la luz del cielo, gris y azul, permite esos turquesas en el mar (fundiendo verdes y azules) que parecen romperse en el blanco de la espuma para depositarse en la arena.
Volveré al mismo lugar, escenario que atrapa mi mirada, y volveré a pintar nuevos trazos que no precisen arte final… como una vida interminable que transcurre en el paisaje que se resiste a ser detenido en un instante.
Juantxu Bazán, 9 de noviembre de 2020
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