El rompeolas de Castro es una enciclopedia visual que alberga pensamientos, placeres y más de un misterio.

Alguien, en su diario deambular por el espigón, ha dejado en el lienzo de hormigón una extraña impronta, una señal para sí mismo y para quien quiera leer un mensaje abierto a la intemperie. Reconozco sobre la curva del espaldón una larga procesión de puntos suspensivos, caligrafiados con el chicle mascado, aplastado y adherido, uno tras uno, y otro más, una secuencia de lo que antecede y de lo que va a venir; y tras tres puntos, cuatro puntos más, continuando su traza rectilínea, paralela al horizonte mar, en una alineación indefinida en la que se pueden contar cuatrocientos cuatro chicles pacientemente incrustados en la superficie del mortero, día a día, practicando el culto a la rutina de quien quiere sellar su presencia con saliva y goma masticable.

Cuatrocientos cuatro días después pienso haber descifrado el juego, imaginando al constructor sacando su argamasa de la boca colocando cada pieza equidistante, con una ingeniería capaz de resistir el temporal del mar, poniendo orden al paso del tiempo con su interminable obra suspensiva. Quizás nuestro anónimo adicto a la goma de mascar pretendiera detener cada instante con su austero grafismo, repitiendo el mismo acto cada día, recreándose en su ingenua obra civil. Acaso quisiera detener el tiempo en aquellos años de corazón infantil, dejando su botín en su misteriosa reserva escondida, desapercibida para cualquier paseante.
Y cada día vigila su tesoro añadiendo una moneda más a su colección de chicles suspensivos.



Juantxu Bazán, 12 de abril de 2020.
(P.D.: Hasta el cierre del rompeolas por obras de restauración, hace seis meses, nuestro anónimo paseante seguía poniendo chicles, una tras otro, cada día…)
Me gusta mucho
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En cuanto tenga ocasión añadiré uno a la fila, si todavía existe o si no se ha completado
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Ten paciencia, faltará mucho tiempo para que vuelva a abrirse el rompeolas… y aunque la hilera resistió el paso del tiempo, no sé si perdurará a la obra, aunque será posible volver a empezar!
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Se me está ocurriendo que lo has hecho tú mismo.
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No, no… no como chicle.
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No importa. Yo tampoco, pero pienso mascar uno para darme el gusto de pegarlo.
Puede ser que ni espere a que el rompeolas se abra al público y elija otro lugar.
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